lunes, 24 de enero de 2011

Sangre, Leche y Miel

La primera vez que te vi, pasaste desapercibida frente a mis ojos... a mis sentidos, a mi alma. Creo que el hecho de no saber hacia dónde se orientaba tu corazón de mujer primitiva hizo que nunca te mirara como una que pudiese cautivar mi atención.
Pasó el tiempo, llegó el Otoño y cayeron las hojas, las horas, la lluvia, los sueños. Mensajes oníricos enviados por la mismísima Diosa me hicieron volver a mirarte, enfrentarte, conocerte. Y no pude mantener mis muros frente a tus palabras reveladoras... palabras que aflojaron mi armadura, mi escudo y mi hacha. Me volví miel y chocolate leyendo tus letras de otro mundo... adivinando tus susurros de bruja... vaticinando el encuentro de las almas y pieles adobadas en sangre. Sangre, leche y miel para el Hada y la Hechicera, para la Nereida y la Sílfide, para la Sacerdotisa y la Muerte.
¿Por qué ahora... que grito tu nombre y demando tu esencia, los Dioses solo me entregan silencio por respuesta?. ¿Por qué, amada mía, tu boca ha sido sellada por viejos sortilegios de antaño... cuando hasta hace un tiempo solo presagiabas sangre, leche y miel para nosotras?

No hay comentarios:

Publicar un comentario